Mamá: el amor que no se apaga, ni siquiera con el tiempo

Cada 10 de mayo celebramos el Día de las Madres, pero en realidad, una madre merece ser honrada cada día de su vida. No hay palabras suficientes para describir la fuerza, ternura, sacrificio y amor que representa una mamá. Hoy, más que felicitar, queremos rendir un pequeño homenaje a esa figura que marca nuestras vidas desde el primer latido.
Desde que estamos en su vientre, una madre ya empieza a cuidarnos. Nos defiende incluso sin conocernos, nos alimenta, nos canta, nos habla y nos sueña. ¿Quién más podría hacer eso sin pedir nada a cambio?

Una madre es quien duerme poco para que tú descanses. Quien deja el plato fuerte para darte el último bocado. Quien se parte el alma trabajando, o esperando, o sosteniéndote… incluso cuando tú ya no te das cuenta.
En momentos difíciles, cuando parece que todo va mal, es su voz la que calma, su abrazo el que cobija, su mirada la que da fuerza. Y aunque pasen los años, aunque uno crezca o se vaya lejos, hay algo que nunca cambia: la necesidad de tener cerca a mamá.
Hay madres que están físicamente, y otras que viven eternamente en la memoria y el corazón. Pero todas, sin excepción, dejan una huella profunda que no se borra. No hay amor más fiel, más fuerte ni más real que el de una madre.
Este 10 de mayo no olvides detener tu rutina. Llámala, visítala, abrázala, escúchala. O si ya no está, honra su memoria, haz una oración, mira al cielo y dile que la extrañas. Porque aunque no estén, las madres jamás se van del todo.

Desde nuestro espacio de trabajo —donde reparamos computadoras e impresoras— también vemos cómo muchas mamás traen los equipos de sus hijos para que puedan estudiar, cómo aprenden a usar la tecnología con esfuerzo, o cómo, sin saber mucho de computadoras, hacen todo para que a su familia no le falte nada.
A todas esas madres: gracias por su paciencia, por su fe, por su lucha constante. Gracias por enseñarnos que el amor verdadero no tiene límites.
Feliz Día de las Madres a todas las reinas del hogar, a las guerreras incansables, a las que están y a las que ya se fueron. Hoy, y siempre, les debemos todo.